lunes, 12 de enero de 2009

Los Monólogos de la Bragueta o La Visión de las Jamás Vencidas



Criticar no necesariamente implica mordacidad; mejor dicho, la mordacidad en la crítica, aún siendo feroz no requiere desarrollarse en un formato explícitamente bélico. Haciendo un ejercicio de honestidad ¿A cuántas o cuántos de nosotros nos es sencillo aceptar y asimilar un cuestionamiento respecto a nuestra forma de ser, vivir, pensar o sentir sin responder casi en automático con un alarde de violencia o descalificación? Criticar, por cierto, tampoco equivale a invalidar una postura; ni se propone forzosamente borrarla del mapa, más bien, en muchos casos, intenta analizar, reconocer y debatir los puntos que se consideran débiles, nocivos o incongruentes, con el fin de enriquecer la propuesta inicial.

Los modelos de género, es decir, ese conjunto de aprendizajes que nos son inculcados desde el momento de nuestro nacimiento y diferenciados a partir de que nacemos con pene o vulva, mismos a los que hemos de apegarnos durante toda la vida y que han de regir la forma en que nos relacionamos con las y los demás, son quizá, unos de los que más críticas han recibido, prácticamente desde su instauración y que, por supuesto, más ha satanizado a sus detractoras, sobre todo mujeres. Sabemos que: “Los hombres son fuertes, valientes e inteligentes”, lo mismo que “las mujeres son sensibles, amorosas y abnegadas” por lo que nos da en llamar instinto o programación natural, sin poner demasiada atención en el hecho de que toda nuestra educación ha sido manipulada y dirigida (en lo que arbitrariamente se me ocurre denominar como Condicionamiento Barbie-G.I. Joe) desde la más temprana infancia. De tal suerte, la homosexualidad, el transgénero (aquí me refiero concretamente a varones que asumen conductas consideradas femeninas o mujeres que asumen conductas atribuidas a lo masculino) la no monogamia y hasta la equidad de géneros, son consideradas aberraciones e incluso, desviaciones patológicas sin mayor argumentación, todo con el fin de mantener un esquema piramidal donde la masculinidad oficial y por supuesto, los hombres que a ella se apeguen, ocupan el escaño de honor, mientras que las mujeres y las disidencias, ocupan categorías inferiores de sub ciudadanía y hasta sub humanidad.

Cuando un varón toma la decisión de asumir roles femeninos en su vestimenta o comportamiento, el modelo de género hegemónico se escandaliza y condena por considerar que un “ente superior” se degrada empatizando con la inferioridad, mientras que una mujer que asume roles masculinos, si bien no está exenta de burlas y segregación, es considerada en algunos casos como una competidora, aunque indigna, medianamente aceptable. ¿Pero qué sucede si esta mujer incursiona en el mundo masculino, pero no buscando asimilación? ¿Qué ocurre si, lejos de ello, se muestra más interesada en señalar desde esa trinchera las inconsistencias, los anacronismos, las incongruencias, la inequidad y a menudo iniquidad de dicho modelo? ¿Qué ocurre cuando la asimilación se vuelve contra los asimilados como un harakiri, como un mecanismo de expresión y protesta? ¿Qué sucede cuando la incursión en la masculinidad se vuelve para las mujeres un arma de reivindicación femenina? ¿Qué además, cuando esa crítica y esa protesta, lejos de zaherir violentamente, invita a la reflexión desde la sátira y el humor? Justamente esas son las inquietudes con que algunas mujeres coincidimos a mediados de 2008 y que llevó a la creación, primero del grupo: Drag King México y después de Los Monólogos de la Bragueta. Tomando como inspiración a los ya muy famosos Monólogos de la Vagina de Eve Ensler se nos ha ocurrido llevar al teatro una exploración y un cuestionamiento sobre la masculinidad hegemónica, madre del machismo y todos sus vicios, pero esta vez desde la perspectiva de las mujeres lesbianas y bisexuales que ,incluso, tenemos nuestras propias disidencias, mucho qué decir y poco espacio para ello, entre el grueso de mujeres heterosexuales.

En Los Monólogos de la Bragueta, se narran las historias de cuatro personas que, siendo diametralmente distintas, tienen en común haber nacido con genitales de hembra y una profunda inconformidad con la vida que les ha sido impuesta.

Carlos nos cuenta que, aunque nació y fue educado como niña, desde muy temprana edad descubrió que deseaba ser un varón, describe también las complicaciones que esta diferencia y su afán por vivirla a cabalidad le han traído, la forma en que tuvo que desarrollar sus fortalezas y las artimañas de que hubo que valerse para sobrevivir en un mundo hostil.

Brandon, una mujer que vive en los suburbios de la ciudad de México, nos cuenta sobre sus dos grandes pasiones: las chicas y el fútbol. Además nos comparte que la causa de Sor Juana Inés de la Cruz sigue hoy día vigente, pues algunas profesiones (Como el mantenimiento de equipos de cómputo) continúan reservadas para varones y en ellas, la idea general es que las mujeres son incompetentes.

Leo es un cuestionador por naturaleza, enemigo de las dicotomías y de los dogmas. Hedonista, carismático, atrevido y conquistador, está plenamente convencido de que en este vasto mundo cabe el suyo y el tuyo y el que cada persona imagine y se atreva a construir. Amante apasionado de las historias, es una profesionista de éxito durante el día y por la noche gusta de vivir mil y un vidas donde es, ya un bandido furtivo de amor, un gigoló e incluso, un intrépido motociclista entusiasta por la velocidad.

Michael, o Michelle, según consta en su acta de nacimiento es una chica de clase acomodada, de familia conservadora y una profunda convicción religiosa. La suya es quizás la historia más dramática. Debatida entre su fe y el profundo amor que siente por Carolina, se ve obligada a tomar dolorosas decisiones y vive con el dolor de haber “travestido en sensatez su miserable cobardía”.

Inequidad, amor lésbico, derechos humanos, religión, transgeneridad, prejuicios de género y socioeconómicos son sólo algunos de los temas abordados en esta puesta, no para formular juicios de valor, sino simplemente como conversaciones informales, como una charla entre amigos frente a un confesional tarro de cerveza donde, tras las aparentemente rotundas diferencias, los personajes descubren que por sobre lo que salta a la vista, tienen entre sí mucho en común... Y tal vez contigo.

Presentada con gran éxito el pasado mes de noviembre, dentro de las actividades del 4to Festival Lésbico de la Ciudad de México en las instalaciones de Contempocinema, Los Monólogos de la Bragueta actualmente está a la espera de foros, así como de la oportunidad de invitarte a ser participe de esta divertida crítica que, no por lúdica, deja de ser irreverente y transgresora. Espéranos muy próximamente o, mejor aún: Invítanos a llegar a ti.




Por: Ericka Villegas

1 comentario:

Istericka dijo...

Mi querida Arch: Es un placer leerte. Oye, pues qiue shido que me digas eso sobre el grupo. En realidad he estado inquieta porque no sé cómo reactivarlo. Gracias por las propuestas y... Sí, trataré de no perderme. la verdad es que las echo de menos muchísimo.
Saludos a Edén y a las chicas qwue veas.

Besos y abraxos.

Istericka

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